Como ya había comentado en el post anterior (Para verte mejor), hay dos elementos fundamentales a tomar en cuenta cuando queremos beneficiar la visión a través de la alimentación: favorecer el riego sanguíneo a los órganos implicados en la visión, para hacer llegar la mayor cantidad de nutrientes con el objetivo de restablecer o ayudar a sus funciones; y a su vez, que estos nutrientes o esta sangre que llegue a estos espacios, sea portadora de la mayor cantidad de antioxidantes que sea posible, para así prevenir la oxidación de las células, ya que este es uno de los principales factores asociados a su deterioro y consecuente desarrollo de enfermedades degenerativas.
La principal fuente de nutrientes a la que tenemos acceso de forma constante y segura es nuestra alimentación. Aun cuando estemos tomando algún complemento nutricional (vitaminas, minerales, etc.), los alimentos y su potencial sanador deben ser tomados en cuenta, ellos se van a comportar como elementos sinérgicos si aprovechamos todo su potencial, o como factores de enfermedad o contaminantes, si llevamos una alimentación que aumente el estrés oxidativo, como por ejemplo los aceites refinados o margarinas (grasas hidrogenadas), los alimentos con colorantes artificiales y en general todos los alimentos manipulados, como los snacks y/o los refrescos comerciales.
En el caso de tomar algún complemento, si hacemos balance entre éstos y la alimentación que hacemos habitualmente, sin darnos cuenta podemos quedar en la misma condición que si no lo hacemos, ya que estos pueden ser agotados en mantener o restablecer funciones que van al límite por nuestros abusos, y no llegan a ejercer sus funciones reparadoras o preventivas para la que son ingeridos. Esto es de tomar en cuenta, tanto si hablamos de una medicación, un complemento nutricional, para la visión como para cualquier enfermedad o condición de salud. "Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina” nos dice Hipócrates en sus enseñanzas.
Consumir alimentos que nos aporten todo su potencial, pasa por escoger los más frescos, de temporada y los menos procesados. Estos nos van aportar más vitaminas, minerales y fitonutrientes, por gramo consumido, que si han estado almacenados, conservados o procesados para su consumo.
Además las formas de cocinarlos también van a influir en su biodisponibilidad. Así que, preparar recetas sencillas que no requieran de mucha cocción, van a favorecer su disponibilidad y aprovechamiento por nuestro cuerpo. Para esto es importante establecer un equilibrio en el menú que nos planteamos durante el día, estar atentos de incluir en cada comida alimentos crudos, frescos y en su estado natural (variedad de ensaladas, meriendas de frutas, batidos de frutas y vegetales para el desayuno, etc.).
A su vez, yo recomiendo incluir en nuestra dieta alimentos que nos aporten un adicional de nutrientes, como por ejemplo:
La Levadura nutricional. que es un organismo vivo, que se cultiva en melaza (de caña y remolacha). Este, incrementa el sabor de guisos, palomitas, pasta y salsas, además tiene un gusto sutil a queso. Contiene vitaminas del complejo B, incluyendo la B12, ácido fólico, biotina, además de minerales como hierro, magnesio, fósforo, zinc, cromo y selenio. La levadura nutricional es una de las pocas fuentes vegetales que proporcionan los nueve aminoácidos esenciales, que son utilizados por el cuerpo para formar proteínas.
Arándanos. Estos frutos o bayas tienen un color entre el negro y el azul marino, quizá algo violáceo, debido a su riqueza en antocianósidos y taninos. El efecto positivo de los arándanos sobre la facultad de visión es sobradamente conocido. Los extractos de los arándanos, y la antocianina que contienen, pueden contribuir a mejorar la microcirculación de la retina. Dichos extractos estabilizan los finos vasos sanguíneos de los ojos, favoreciendo en ellos la obtención de nutrientes y oxígeno. Paralelamente, las antocianinas tienen un efecto antioxidante.
Rejuvelac. También conocido como agua de vida, agua purificadora o agua enzimática, es un potente rejuvenecedor y restaurador de la salud porque contiene todos los componentes donde ha germinado vida. Es una bebida llena de probióticos y que se utiliza en la comida para fermentar quesos vegetales, hacer limonada o tomar en zumos. El rejuvelac es un fermento que proviene de la germinación de diversas semillas como alfalfa, trigo, cebada, quínoa entre otras. Por ser un fermento, es un alimento pre digerido, esto quiere decir que las proteínas ya están descompuestas en aminoácidos y los carbohidratos en azucares simples como dextrinas y sacarinas, nutrientes que son rápidamente asimilados por el cuerpo con poco gasto de energía. Mantiene el colon limpio y sano porque estimula el crecimiento de bacterias benéficas para el intestino como bifidobacterias que a su vez eliminan toxinas, impiden el crecimiento de bacterias dañinas, producen ácido láctico y vitaminas del complejo B.
Aceites de presión en frío, sin refinar y frutos secos crudos. Estos conservan todas sus vitaminas y aporta al organismo elementos tan importantes como los ácidos grasos. Son una rica fuente de vitamina F (ácidos grasos poliinsaturados), indispensables para el buen funcionamiento intestinal, actúan como reconstituyentes de la capa mucosa del intestino, además de ayudar a combatir una larga lista de enfermedades. Cuidan nuestro sistema cardiovascular, ya que disminuyen la presión sanguínea, además que cuidan y protege nuestras arterias, entre otros muchos beneficios.
Cereales integrales (de grano entero). Que nos aportan (selenio, magnesio, calcio, etc.). “Cereales integrales, una plétora de nutrientes que nos estamos perdiendo”, es un post que escribí hace algunos días donde encontraras más información.
Así que, os invito a pinchar este enlace donde veréis algunas recetas para incorporar estos alimentos con mucho sabor que preparamos en el taller “Comer con los ojos”.
Entre 2 Fuegos
