Como dicen, el que busca encuentra, llegué a un grupo de
consumo que funciona en la localidad donde resido (Estella, Navarra). Semanalmente
acudimos a comprar la cesta compuesta por alimentos de temporada directamente
al productor, hortalizas que han sido cosechadas a lo sumo un día antes de
llegar a nuestras manos.
Nos fuimos metiendo en el tema acudiendo a visitas guiadas
de granjas y cultivos que abastecen nuestra cesta semanal. Menuda sorpresa,
grata y reconfortante el saber que estas personas son gente joven, que generación
tras generación han desarrollado un oficio que vieron desde siempre en sus
hogares, y ahora no solo lo han heredado, además, lo han actualizado, pero
actualizado dentro del marco de un buen hacer, incorporando a esta ancestral
actividad de sus progenitores la actualidad de los conocimientos que les han
permitido reforzar las tareas bien hechas, no dispuestos a cambiar en función
de la modernización, especialmente las practicas respetuosas con la naturaleza,
esta modernidad que desplaza el papel protagónico de los proceso naturales por actividades monitoreadas y excesivamente
controladas por la química artificial para prevenir o atender los percances que
pudieran venir. Cuando sencillamente favoreciendo los procesos de la naturaleza que ya tiene
previsto sus propios mecanismos sin la excesiva intervención del hombre, más
que con un poco de sentido común, honestidad y ganas de hacer las cosas bien, logran una producción excelente, además de gratificante.
Esta experiencia me ha ampliado la visión de las cosas, y he
querido profundizar en él.
¿Porque comer
alimentos locales, ecológicos y de temporada?
En esta puesta en marcha, me encuentro con una publicación
que hace referencia a un movimiento llamado Slow Food, que persigue
precisamente eso, el reencuentro con las tradiciones locales, particularmente
las relacionadas con la alimentación, la soberanía alimentaria de los pueblos,
entre otras cosas.
Carlos Petrini, el fundador de Slow Food Italia, dice algo
que me ha gustado mucho y lo comparto: “volver al campo no como agricultores, sino como emprendedores
agrícolas. No es un retorno al pasado. Hay que unir la ciencia y la tecnología
con las tradiciones antiguas”. “Si un sistema no es capaz de solucionar los
problemas que nacen en su seno, o se transforma o se desintegra”. Entre otros
comentarios a mi criterio muy acertados dice: “Debemos liberarnos del
pensamiento hegemónico y crecer en energía verde, economía solidaria y
agricultura ecológica y decrecer en contaminación, tráfico y consumismo”.
Cuando estaba leyendo esto, no paraba de recordar a la gente que he conocido en estas visitas, reforzando mi convicción de consumir alimentos locales y ecológicos.
No obstante, por deformación o formación profesional, me
interesaba mucho todo lo relacionado con los alimentos y su repercusión en la
salud.
Cuando nos ponemos a analizar los beneficios asociados a la
cantidad de vitaminas y algunos nutrientes en comparación de los alimentos ecológicos
y los de cultivo convencional, no hay uniformidad de criterios, las publicación
no puede afirmar de forma categórica que unos tengan mas nutrientes que otros,
y lo más probable es que, algunos minerales, vitaminas y oligoelementos ven
alteradas sus concentraciones por la calidad de las tierras, madurez del
alimento, tiempo de almacenamiento, etc. Aun así, por experiencia nos
encontramos que si hay una variación en los sabores y cantidad de liquido
acumulado en el fruto.
Lo que si ha llamado poderosamente la atención es la
concentración de sustancias fitoprotectoras y bioflavonoides en las frutas y
verduras de cultivo ecológico.
Las plantas que sufren estrés ambiental y son atacadas por
virus, parásitos, hongos o contaminantes químicos presentes en el aire, son más
saludables que las que crecen protegidas en un invernadero, y tiene que ver con
el hecho que los seres humanos compartimos
con el resto de plantas y animales, hormonas, genes y muchos procesos
biológicos; por lo que es fácil entender que las sustancias antioxidantes,
antimutágenos, bioflavonoides, vitaminas y demás sustancias fitoprotectoras que
sintetizan las plantas en un ambiente determinado resultan igual de efectivas
protegiéndolas a ellas que protegiéndonos a nosotros de las agresiones del
entorno. Por lo que comer alimentos ecológicos que se han desarrollado
expuestas a las mismas agresiones ambientales que nosotros, es la mejor vacuna,
con efectos preventivos y paliativos, ya que reforzaran nuestro sistema inmune,
aportándonos sustancias antioxidantes y regeneradoras, vitales para gozar de
buena salud.
Todo son ventajas al consumir alimentos locales, ecológicos y
de temporada:
Nos mantiene en sintonía con la tierra, sus elementos y los
ciclos de la naturaleza.
Son más económicos y potencialmente más limpios, ya que se
requieren menos químicos para transportar y almacenar los alimentos.
Los alimentos de cada estación nos aportan los nutrientes
necesarios para enfrentar el clima, estableciendo un equilibrio con nuestro
entorno.
Los alimentos locales, que se encuentran más cerca de su
lugar de cultivo nos proporcionan toda su vitalidad y frescura, además nos
aportaran más nutrientes por caloría consumida.
Esto es un ganar – ganar, el consumidor en salud, y la
región en desarrollo sostenible. Un negocio redondo.
Referencias:
Fraile Oliver.A.D. Terra Madre. Biodiversidad de sabores. En
revista Integral No.375. MC ediciones. Esapaña.
Bueno M. Los huertos, una buena fuente de nutrientes y
salud. En revista Integral No.377. MC ediciones. España.
Haas E.M.
(2006) The Components of a Healthy Diet. En Staying Healthy with Nutrition. 21
Edition. Celestial Arts Press. Berkeley , California .