Para la naturaleza el comer y ayunar es algo habitual, son
muchas las especies que pasan su vida
entre comer y no comer. El ayuno es la terapia mas antigua que existe, es
aplicada desde tiempos inmemoriales por médicos en sus tratamientos de sanción,
para algunos mas allá de la propia dolencia física, para conseguir estados
mentales elevados con fines espirituales.
En este caso nos ocupa el efecto sanador del ayuno a través
de su poder de desintoxicación corporal, además de aprovechar las reservas
energéticas que tenemos almacenadas en forma de grasa que nos producen
sobrepeso y obesidad.
Un individuo sano, tiene la capacidad de hacer pequeños
recesos en su rutina de alimentación sin tener perjuicio alguno en su estado de
salud, por el contrario, este receso es una oportunidad valiosa de eliminar
residuos almacenados, además de conseguir un peso saludable.
Ayunar es provocar en el organismo una serie de reacciones
mediante la supresión del aporte de comida sólida, lo que hace que se viva a
costa de las propias reservas de calorías, desencadenándose por ello una
revolución física y psíquica. Ayunar no es pasar hambre, ya que durante el
ayuno desaparece el apetito. Existe una gran diferencia entre el ayuno y morirse
de hambre o la inedia aguda, pues este estado no es vivir de las reservas, sino
vivir sin reservas y por tanto se corre el peligro de morir.
En la actualidad, en nuestro medio ambiente existe una gran
cantidad de productos tóxicos, muchos de ellos cuando son absorbidos por
nuestro organismo, al ser sustancias lipófilicas (tienen afinidad por las
grasas), son absorbidas y almacenadas
por el tejido graso para evitar una intoxicación. Pero, en situaciones de gasto
de este tejido graso, esos tóxicos se ponen en circulación y pueden causar
problemas. No obstante aquí radica el gran potencial de curación y
desintoxicación que tiene el ayuno, eliminar una serie de toxinas que pueden
estar en nuestro almacén de energía o tejido graso (Saz P. 2007).
Inmersos en el mundo en que vivimos soy consiente que el
ayuno puede representar para muchos un verdadero reto, vivimos rodeados de
comida y ocasiones para comer, la mayor parte del día la comida es el centro y
ocasión para compartir, incluso para trabajar o tratar asuntos importantes,
cosa poco recomendable, pero así es nuestra sociedad.
Así que, buscando alternativas y estudiando opciones que
resulten llevaderas y además saludables, en el mas amplio sentido de la
palabra, me encontré con el ayuno intermitente, y sin darme cuenta me veo
practicándolo de manera inconsciente, si es verdad, hay días de la semana en
que como mucho menos que los demás, por diferentes razones, entre otras porque
me hace sentir mas ligera, especialmente si he cometido algún abuso en los días
anteriores.
Si, el ayuno intermitente, consiste en escoger 2 días de la
semana para hacer una reducción de tu consumo de calorías y los demás seguir tu
alimentación habitual. Son una estupenda opción para conseguir perder peso y
además depurar tu cuerpo sin que esto represente un sobre esfuerzo o un trastorno
en tu rutina o estilo de vida.
No la he inventado, mi propuesta es el resultado de haber
leído el libro La Dieta de los Dos días, del médico y divulgador científico
Michael Mosley, además de refundir toda esta información con los conocimientos
de nutrición que he acumulado en todos estos años. Solo que por mi experiencia
le hago algunas observaciones y aprovecho esos dos días para aplicar terapia de
choque, mejorar alguna dolencia con alimentos como cereales integrales, zumos
de fruta/verdura e infusiones. Tengo algunas diferencias de criterio con el
autor en relación a los alimentos que se deben consumir los días de ayuno, a mi
criterio es una oportunidad de alimentar nuestro cuerpo con alimentos
sanadores, antioxidantes, y mucho mas saludables. No obstante comparto su
planteamiento lo veo plausible y además lo he comprobado y experimentado.
Luego de vivir la experiencia del ayuno, comienza un proceso
de reflexión sobre los alimentos que consumimos, nuestras experiencias de
hambre, aprendemos a conocer nuestro cuerpo, a diferenciar el hambre de las
ganas de comer, a reconocer una sensación de ligereza muy agradable, cosa que
resultan esclarecedora, además de representar una excelente lección, prestamos
mas atención a lo que comemos y como nos sientan algunos alimentos.
Referencias
Saz P. (2007) Ayuno Terapéutico. Zaragoza, Editorial Prensas
Universitarias de Zaragoza.
Mosley M. Spencer M. (2013) La Dieta de los Dos Días.
Ediciones Urano.